El Servicio de Inmigración y Control de Aduanas de Estados Unidos (ICE) detuvo recientemente a dos ciudadanos cubanos incluidos en la lista de extranjeros con historial delictivo más peligroso. Las detenciones han reactivado la discusión sobre el creciente número de cubanos deportados fuera de Estados Unidos, especialmente hacia México y, en algunos casos, hacia países africanos. Dos casos que desatan alarma Raidel Suárez Cruz, de 36 años, fue arrestado en Filadelfia tras cumplir una condena por conspiración para facilitar la entrada ilegal de extranjeros a Estados Unidos. Según documentos judiciales, formó parte de una red dedicada al tráfico de personas y había sido sentenciado a nueve meses de prisión en un tribunal del sur de Florida. El segundo arrestado, Yohannis Bacardí Bague, de 31 años, fue detenido en St. Paul, Minnesota. Bacardí cumplió cuatro años de cárcel en Iowa tras ser hallado culpable de robo de identidad y fraude con tarjetas de crédito. Ambos se encuentran actualmente en proceso de deportación. Cuando Cuba no acepta a sus nacionales Debido a que las autoridades cubanas no reciben de vuelta a ciudadanos con antecedentes penales graves, la administración estadounidense ha optado por trasladar a estas personas a terceros países. Las opciones más frecuentes hasta ahora han sido México y, en casos específicos, naciones africanas que acceden a recibirlos. Un limbo migratorio en México México ha recibido a cientos de cubanos deportados desde Estados Unidos. Hasta julio de 2025, el Instituto Nacional de Migración (INM) registró más de 640 deportaciones. Una vez trasladados por tierra desde la frontera de San Diego hasta Villahermosa, Tabasco —un trayecto de casi 40 horas—, los migrantes son registrados y luego liberados sin documentos legales, lo que los coloca en una situación de extrema vulnerabilidad: No pueden trabajar legalmente No tienen acceso a servicios básicos Dependen de redes de apoyo improvisadas para sobrevivir Se exponen a abusos, trata y extorsiones Traslados a África: casos preocupantes Otro destino utilizado en estos procesos es el Reino de Esuatini, donde algunos cubanos han sido ubicados en cárceles de máxima seguridad. Activistas y familiares han denunciado condiciones precarias y falta de atención médica adecuada. Uno de los casos más dramáticos es el de Juan Carlos Font Agüero, de 59 años, residente en Estados Unidos desde 2003 y condenado por asesinato en segundo grado. Tras cumplir su sentencia, las autoridades estadounidenses intentaron deportarlo a Cuba, pero la isla se negó a recibirlo alegando pérdida de derechos ciudadanos por residencia prolongada en el exterior. Font Agüero fue trasladado sin notificación previa, presuntamente con los ojos vendados durante el proceso, y hoy permanece recluido en Esuatini sin acceso a tratamiento para problemas de próstata, según relató su familia. Un escenario en evolución El aumento de detenciones y deportaciones de cubanos con antecedentes penales evidencia un nuevo rumbo en la política migratoria estadounidense y expone un vacío legal que deja a muchos en tierra de nadie. Sin aceptación por parte de Cuba y sin garantías en los países receptores, estos migrantes quedan atrapados entre fronteras, sentencias cumplidas y un futuro incierto.