El sacerdote mexicano José Ramírez, miembro de la Congregación de la Misión, deberá abandonar Cuba este jueves luego de que las autoridades decidieran no renovarle la residencia temporal. La medida ocurre pocos días después de que el párroco hiciera sonar las campanas de la iglesia La Milagrosa, en Santos Suárez, en un gesto de acompañamiento a los vecinos que protestaban tras más de 24 horas de apagones. Tensiones crecientes entre la Iglesia y las autoridades Fuentes eclesiásticas confirmaron a Martí Noticias que el sacerdote fue presionado directamente por la Seguridad del Estado, un hecho que se suma a una serie de episodios que evidencian un ambiente de tensión entre la Iglesia Católica y las autoridades cubanas. En los últimos años, diversos sacerdotes, religiosas y laicos han enfrentado limitaciones, advertencias o decisiones administrativas luego de expresar preocupación por la situación social y económica del país, lo que ha generado inquietud entre comunidades católicas dentro y fuera de la Isla. Un gesto simbólico que resonó más allá del templo El sonido de las campanas de La Milagrosa, ocurrido durante una manifestación vecinal, fue interpretado por muchos feligreses como un acto de solidaridad en un momento de cansancio colectivo frente a largos apagones y dificultades cotidianas. Para otros, fue un recordatorio del papel histórico de la Iglesia en el acompañamiento a las comunidades en tiempos de crisis. Vecinos de Santos Suárez destacaron que el gesto del sacerdote no fue político, sino pastoral, orientado a acompañar a un barrio que llevaba más de un día sin electricidad. Una decisión que abre nuevas preguntas La salida del padre José Ramírez vuelve a colocar en la agenda pública el debate sobre la relación entre la Iglesia y el Estado en Cuba, especialmente en un contexto en el que diversas instituciones religiosas han incrementado su apoyo a los sectores más afectados por la crisis económica. Analistas subrayan que este nuevo episodio podría marcar un punto de inflexión en un vínculo que históricamente ha estado marcado por avances, retrocesos y momentos de alta sensibilidad política y social. Las campanas que se apagaron, y las voces que no Mientras la comunidad de La Milagrosa se prepara para despedir al sacerdote, crece el intercambio de opiniones en redes sociales, donde muchos creyentes consideran que la medida podría generar un mayor distanciamiento entre la población y las instituciones oficiales. “Mientras el pueblo protesta en las calles, también busca ser escuchado”, comentó un feligrés de la zona que prefirió no revelar su nombre. Para otros, el episodio ratifica la importancia de documentar estos hechos y abrir espacios de diálogo que favorezcan la convivencia.