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Indignación en Santiago: periodista oficialista es víctima de brutal agresión y el silencio oficial desconcierta.

04 ago 2025

La conmoción ha sacudido a Santiago de Cuba tras conocerse el violento ataque sufrido por Enrique Pérez Fumero, periodista de la emisora estatal CMKC y profesor universitario. La agresión, ocurrida en plena vía pública, dejó al comunicador con graves lesiones, incluida una fractura de cráneo, tras ser asaltado presuntamente por delincuentes que le arrebataron un par de zapatos, su teléfono móvil y una billetera. El caso, lejos de ser tratado como un hecho aislado, ha encendido las alarmas en una ciudadanía que percibe con creciente preocupación el deterioro de la seguridad en las calles, y más aún, la ausencia de una respuesta institucional ante situaciones tan delicadas. Un silencio que pesa más que las palabras Lo que más sorprende y preocupa no es solo la violencia del acto, sino la falta total de pronunciamiento por parte de los medios oficiales, incluyendo la propia emisora donde trabaja el periodista. Hasta el momento, no se ha publicado ninguna nota, declaración o muestra pública de solidaridad. La ciudadanía ha tenido que enterarse del hecho a través de publicaciones no oficiales y testimonios de allegados. En un país donde los medios tienen una fuerte presencia institucional, la omisión llama la atención. ¿Qué mensaje transmite el silencio cuando uno de sus propios trabajadores es víctima de una agresión tan grave? ¿Motivaciones personales o algo más? Aunque el móvil declarado fue el robo, los familiares de Pérez Fumero no descartan que el ataque también haya tenido una carga de odio, dada la brutalidad con la que fue ejecutado. Esto añade una dimensión aún más sensible al caso y plantea interrogantes sobre la protección de grupos vulnerables dentro de la sociedad cubana. Enrique permanece hospitalizado, con el rostro seriamente lesionado y un pronóstico reservado. Mientras tanto, sus colegas, estudiantes y ciudadanos en redes han comenzado a exigir explicaciones, justicia y sobre todo visibilidad para un hecho que, consideran, no puede ni debe pasar desapercibido. Un síntoma de algo más profundo Este episodio no es un hecho aislado. Se enmarca en un contexto de creciente inseguridad en Santiago de Cuba y otras ciudades, donde los robos, agresiones y actos de violencia se han vuelto parte del paisaje cotidiano. Muchos ciudadanos afirman que han dejado de salir de noche, que desconfían incluso en zonas céntricas y que temen por sus vidas ante la falta de respuesta rápida y efectiva por parte de las autoridades. El caso de Enrique pone en evidencia una verdad dolorosa: hoy, en Cuba, nadie está completamente a salvo, independientemente de su posición, ideología o filiación institucional. La ciudadanía toma la palabra Ante la falta de pronunciamiento oficial, la ciudadanía ha comenzado a movilizarse en redes sociales con mensajes de apoyo y llamados a no dejar este caso en el olvido. Para muchos, el caso simboliza un punto de inflexión. “Hoy fue Enrique. Mañana puede ser cualquiera”, escriben algunos usuarios, reflejando el temor y la empatía que ha generado el suceso. El ataque no solo debe despertar indignación: debe abrir una conversación urgente sobre la necesidad de reforzar la seguridad ciudadana, garantizar derechos básicos como la integridad física, y fomentar una comunicación transparente y responsable desde los medios y las instituciones. En un momento de crisis, el silencio no puede ser la respuesta. La voz de una comunidad solidaria, consciente y activa será esencial para que este tipo de hechos no queden impunes ni invisibilizados. Porque más allá de lo ideológico, lo que está en juego es la vida y la dignidad de las personas.

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