Las crecientes tarifas de internet impuestas por ETECSA han encendido una chispa que va más allá del descontento económico: los cubanos están comenzando a exigir transparencia, y con ello, apuntan directamente al corazón del poder militar en la isla. En medio de protestas estudiantiles y reclamos ciudadanos, la empresa estatal de telecomunicaciones ha quedado expuesta como uno de los engranajes clave del control económico y social ejercido por GAESA —el conglomerado empresarial de los militares cubanos—, según denuncia un reciente informe de la organización Cuba Siglo 21. De proveedor a peón militar Lo que comenzó como una molestia por los precios prohibitivos del internet se ha transformado en una ola de críticas contra el oscuro entramado que controla las telecomunicaciones en Cuba. “ETECSA no es una empresa pública en manos del pueblo; es un brazo más del aparato militar”, aseguró Emilio Morales, economista y director de Cuba Siglo 21. En entrevista con Martí Noticias, Morales reveló cómo desde 2010 la compañía ha sido absorbida gradualmente por GAESA, tras la compra de acciones por parte de RAFIN, una entidad financiera militar ligada al difunto general Luis Alberto Rodríguez López-Callejas. Desde entonces, afirma el informe, la telefonía móvil, los servicios de internet y el rentable negocio de las recargas desde el exterior han pasado a engrosar las arcas del poder castrense, mientras los ciudadanos deben elegir entre navegar una hora o poner comida en la mesa. “El país está quebrado”: la factura la paga el pueblo Las recientes alzas en los precios de navegación no responden a criterios técnicos ni a mejoras en infraestructura, señala Morales, sino a la desesperada necesidad del régimen por generar divisas ante el colapso económico que vive la isla. “La situación es tan crítica que el Estado ha convertido a ETECSA en una caja registradora directa. Cada recarga desde el exterior, cada paquete de datos vendido, es un parche a la crisis, no una inversión en el servicio”, denuncia el informe. Estudiantes: la mecha del descontento Universitarios en varias provincias del país han empezado a manifestarse, no solo por los costos, sino por la opacidad en la gestión de ETECSA. Entre sus demandas destaca una exigencia clara y poco común en el discurso público cubano: una auditoría independiente a la empresa de telecomunicaciones. El acceso a internet —clave para la educación, la información y la conexión con familiares en el extranjero— se ha vuelto cada vez más inaccesible para jóvenes y estudiantes, que ahora encabezan una nueva etapa de inconformidad social en la isla. ETECSA como herramienta de vigilancia El documento también denuncia que miles de líneas telefónicas estarían subvencionadas para el uso exclusivo del Ministerio del Interior y las Fuerzas Armadas, al tiempo que las recargas realizadas por emigrados cubanos —bajo la esperanza de ayudar a sus seres queridos— estarían financiando estructuras represivas. En eventos de protesta, como el 11 de julio de 2021, se ha documentado que ETECSA implementó cortes selectivos de servicio, bloqueos a plataformas sociales y ralentización del tráfico de datos, estrategias típicas de regímenes autoritarios para silenciar la disidencia. Un llamado a despertar “El país necesita más que conexión a internet: necesita conexión con la verdad”, dice el informe al concluir. Morales sostiene que es momento de que los cubanos exijan claridad no solo en los precios, sino en quién se está beneficiando de su sacrificio. Detrás del velo de un socialismo de fachada, una élite militar ha consolidado su control sobre sectores estratégicos como el turismo, el comercio y ahora, las telecomunicaciones. GAESA no rinde cuentas. ETECSA no da explicaciones. Pero los ciudadanos —y especialmente los jóvenes— están comenzando a exigirlas. “La tecnología no solo debe conectar: también debe liberar. Pero en Cuba, se ha convertido en una herramienta para encerrar”, concluye el informe. ¿Será ETECSA el talón de Aquiles del poder militar en Cuba? ¿Se convertirá el descontento digital en una rebelión social? Lo que es seguro es que, por primera vez en mucho tiempo, la palabra "auditoría" resuena con fuerza en las calles.