En un raro momento de aparente sinceridad, el presidente cubano Miguel Díaz-Canel reconoció que su gobierno ha estado “improvisando” en materia económica y admitió que la situación del país es “dura”. La confesión, que tuvo lugar en la clausura del IX Congreso de la Asociación Nacional de Economistas y Contadores de Cuba (ANEC), cayó como una bofetada de realidad en medio del discurso habitual de triunfalismo. Del discurso al desconcierto “Para construir el socialismo, hace falta una economía bien estructurada”, declaró Díaz-Canel en el Palacio de Convenciones de La Habana. La frase, aunque evidente, desató reacciones de incredulidad y burla entre los cubanos, acostumbrados a décadas de ensayos fallidos, reformas inconclusas y políticas que han agravado la ya frágil estructura económica de la isla. Lo que en teoría debía ser un congreso de análisis técnico y propuestas tangibles, terminó siendo un desfile de frases hechas, homenajes ideológicos y un llamado a seguir defendiendo el modelo económico socialista, pese a sus evidentes fracasos. Improvisación con consecuencias reales “Hay que dejar de improvisar”, reconoció el mandatario. Sin embargo, esta declaración, que podría haber sido el inicio de una autocrítica real, quedó vacía al no ir acompañada de compromisos concretos o cambios sustanciales. En su lugar, Díaz-Canel volvió a apostar por la empresa estatal socialista como pilar del desarrollo, aunque la mayoría de los cubanos la perciben como símbolo del estancamiento. Desde la fallida unificación monetaria hasta el polémico comercio en MLC, las decisiones económicas del régimen han generado inflación descontrolada, migración masiva, colapso del poder adquisitivo y pérdida de fe en las instituciones estatales. Mientras tanto, la vida cotidiana es otra historia Mientras el gobierno habla de “correcciones necesarias” y “resistencia creativa”, la realidad golpea con fuerza a los cubanos: mercados vacíos, salarios que no alcanzan, apagones constantes y un éxodo imparable. El ciudadano promedio ya no espera soluciones del Estado. Su objetivo principal es sobrevivir un día más. “La economía no puede seguir siendo una colección de ensayos”, expresó uno de los delegados presentes en el congreso, en una de las pocas intervenciones que apuntaron a la falta de planificación técnica. Pero la conclusión del evento, plasmada en una Declaración Política, fue más de lo mismo: respaldo incondicional al modelo actual y denuncias de supuestas campañas de desinformación. El país se vacía, el poder se atrinchera Mientras Díaz-Canel cita a Lenin, cientos de cubanos buscan la forma de salir del país. Algunos incluso ofrecen sus viviendas a cambio de un pasaje. Las redes sociales recogen a diario testimonios de desesperación, críticas abiertas y una creciente sensación de abandono por parte del Estado. El gobierno sigue repitiendo que “no se puede vivir de consignas”, pero en la práctica, es lo único que parece sostener el discurso oficial. Cuba no necesita más frases vacías. Necesita soluciones reales, apertura, y sobre todo, un liderazgo que deje de improvisar con la vida de millones. Mientras eso no ocurra, el país seguirá atrapado en una espiral de crisis donde cada día pesa más que el anterior.