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Silencio mortal en Niquero: Otro feminicidio sacude a Cuba mientras la ley sigue sin responder.

15 jun 2025

El municipio costero de Niquero, en la provincia de Granma, despertó este fin de semana con el estremecedor eco de un crimen que ya no sorprende, pero sigue doliendo: el asesinato de una mujer a manos de su expareja, seguido del suicidio del agresor. Otra tragedia con nombres y rostros: Gretel Matos, madre de dos hijos menores de edad, y Didier Almagro, el hombre que decidió apagar su vida y la de ella, sin derecho ni justicia. Gretel fue atacada con un arma blanca en plena vía pública. Tres puñaladas sellaron su destino en cuestión de minutos. Horas después, el cuerpo de Didier fue hallado colgado de un árbol. La amenaza que había reiterado en vida –“si no es mía, no será de nadie”– se cumplió con brutal exactitud. Una historia anunciada Quienes conocían a la pareja afirman que no fue un impulso repentino. El crimen estuvo precedido por múltiples señales de alerta. Didier había expresado en reiteradas ocasiones su intención de hacerle daño a Gretel si ella no accedía a reanudar la relación. Pero como ocurre en tantos casos en Cuba, esas amenazas no generaron respuesta institucional, ni protección efectiva para la víctima. Un crimen sin nombre en la ley cubana El asesinato de Gretel no es solo una tragedia personal: es una señal de alarma social. En Cuba, el feminicidio aún no figura como delito en el Código Penal. No existen refugios estatales para mujeres en riesgo. No hay protocolos eficaces de protección. Las estadísticas oficiales se ocultan o minimizan, mientras las organizaciones feministas independientes —como Yo Sí Te Creo en Cuba y Alas Tensas— intentan documentar lo que el Estado se niega a reconocer. Hasta mayo de este año, ya se habían reportado al menos 14 feminicidios. El caso de Gretel eleva esa cifra y pone de relieve la urgencia de actuar. No solo desde la ley, sino desde la educación, la prevención, la empatía y la voluntad política. La rabia que se multiplica Las redes sociales han servido, una vez más, como el único espacio para el duelo colectivo. Decenas de personas han expresado su indignación, denunciando la normalización del machismo y la falta de consecuencias reales para quienes agreden y matan. “Madres, eduquemos hombres con autoestima, con principios. No cobardes que matan y se escapan del castigo”, escribió una usuaria. Otros claman por sanciones más severas: “Mientras no haya justicia firme, seguirán matando como si fuera costumbre”. Los niños que quedan atrás Dos menores quedaron huérfanos. Como en tantos otros casos, la violencia machista no solo arranca una vida: rompe familias, deja cicatrices invisibles, crea un ciclo de dolor que se perpetúa en el silencio. ¿Hasta cuándo? El feminicidio de Gretel Matos no puede ser uno más en la lista. Es una nueva llamada de emergencia a un sistema que sigue sordo y ciego ante una violencia que no da tregua. Mientras no se tipifique el feminicidio, mientras no existan mecanismos reales de prevención, mientras las mujeres no puedan confiar en que serán protegidas… seguiremos contando muertas. Y con cada víctima, no solo pierde una familia. Pierde Cuba.

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